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Capítulo 7: Hasta el cuarenta de mayo...

No dormí bien aquella noche. Bueno, en realidad, no dormí bien ni aquella noche ni muchas de las que la siguieron. Durante el día conseguía mantenerme entretenida con cualquier cosa, pero cuando llegaba la noche y me deslizaba por entre las sábanas de mi cama, lo único que hacía era dar vueltas y vueltas, proyectando en el techo, a través de mis ojos abiertos, todas las escenas que podrían haber sido, y sin embargo, nunca fueron. Veía a mi Caballero con Vaqueros y Cadenas riendo a mi lado, pasándome un brazo sobre los hombros y aproximándome a él para besarme en la mejilla. Quizás a muchas personas les resulte inverosímil que a mi mente tan sólo acudiesen pensamientos de esta índole, inocentes, pero en realidad, llegué a quererle tanto, llegué a quererle de una forma tan… peculiar, que me bastaba simplemente con saber que estaba bien y, sobretodo, con que contase conmigo cuando tuviese algún problema o hubiese algo en lo que pudiera ayudarle. Sí, no voy a mentir, me hubiera encantado

Capítulo 6. Reflejos en el hielo

        No tenía lo que se dice mucha ilusión en que el tiempo transcurriese. A pesar de haber acudido a ella buscando que me echara un cable, nunca había tenido muy buena relación con Jaelous, todo sea dicho. Ella siempre había creído que yo quería quitarle al novio a pesar de que, no sólo el Verdugo nunca me atrajo, sino que además fui yo la que le convenció para que intentara algo con ella. Un experimento que salió mal porque empezaron a salir juntos; porque ahora mi relación con la muchacha era un maldito yoyo y porque de ser como un hermano, él había pasado a ser un completo desconocido para mí… Aunque eso pertenece a otra historia distinta.                 Lo que peor llevé de todo aquel día, fue quizá el tener que vestir a mi Princesa. Y por vestir no me refiero sólo a elegirle la ropa, sino a quitarle el pijama, ponerle la ropa de calle y abrocharle hasta los zapatos. Todo para que, al bajar a la calle al encuentro con Jaelous, la susodicha me dedique esa expresión de coti

Capítulo 5: Una delgada línea

¿Conocen a esas personas que se enrollan hablando con cualquier cosa? Jealous era así. Me llevó largo rato darle un par de rodeos para hacer que se terminase auto-convenciendo de que debía mediar entre el Rockero y yo para que, al menos, pudiésemos entablar una conversación antes de que llegase el fin de semana siguiente y volviera a buscarme, a cuya llamada empezaba a plantearme si acudir o no. Puede que os estéis preguntando por qué saqué a relucir en aquel momento mi vena manipuladora y mareé a la susodicha para que terminase haciendo lo que quería, pero todo tiene una explicación; una buena explicación… creo. El Rockero me evitaba. No es que fuera nuevo para mí que ciertas personas me evitasen, más aún, que ese chico con el que apenas había hablado, me evitase; pero por mera cortesía, no le comes la boca a alguien de quien luego te escondes. Llamadme anticuada. Había pasado toda la mañana intentando tener una charla con él lo más natural posible… No sé, un “hola qué tal”,

Capítulo 4: ¿Una taza o una tetera?

Tardé unas horas en dormir aquella noche. Había múltiples motivos, tantos como yo misma quisiera inventar para justificar la falta de sosiego, pero en realidad todo era debido a que nunca me ha gustado compartir mi espacio en el lecho con nadie y mi Princesa no hizo más que abrazarme durante toda la noche. Por si todo ello no fuera, además, suficiente, la muchacha era incapaz de conciliar el sueño si no era con el televisor puesto, de modo que durante las horas que pasé en vela notando su respiración contra mi cabello, la teletienda, los videntes y toda la morralla que ponen a esas horas intempestivas me distrajeron de pensar en el Rockero, en mi Caballero con Vaqueros y Cadenas y en la madre que les parió a ambos. De vez en cuando, al sentir recorrer mis oídos con la melodía de un suave ronquido, sí dejaba a un lado lo que el televisor quería mostrarme para mirarla y, por apenas unos minutos, pensar en lo que habíamos estado hablando antes en una atmósfera totalmente metafórica.

Capítulo 3: I love Rock n' Roll

                Salimos de aquella discoteca borrachos y agotados; o quizás fuera el agotamiento y la despreocupación lo que en ausencia de alcohol me hizo sentir ebria. Nos acercamos a un local cercano a pedirnos unos perritos calientes y desviamos nuestro rumbo unos grados más para ir a lo que comúnmente se conoce como “botellón”. Mi viejo Rockero, el muchacho de ojos verde-azulados con quien compartí gran parte de la noche, no se separaba de mí ni un solo segundo y, todo sea dicho, tampoco yo de él. Tener su brazo sobre mis hombros o sus manos sobre mi cintura era agradable, no tanto porque el chico me pareciera especialmente interesante como porque despedía un calor demasiado codiciado en aquel mes de febrero.                 Recuerdo que todos comentaban y cuchicheaban sin mucho cuidado tras de mí que formábamos una bonita pareja, o que a ver cuánto tardábamos en darnos un beso. Sentada en un bloque de hormigón a metro y medio de altura, desvié un momento la mirada al cielo e

Capítulo 2: "Música y luces"

Me levanté de la cama, fui al baño y me eché agua fría en la cara en un vano intento de que de mis pálidas mejillas se borrasen las marcas de los sentimientos que, desde hacía ya varias horas, se desbordaban de mis ojos de manera totalmente involuntaria. Algunas gotas de aquel gélido líquido se deslizaron por mis oscuros cabellos confiriéndoles un curioso brillo al contraste con la mortecina luz que entraba por la ventana situada a mi espalda; pero yo no me detuve a contemplar el baile que esas incoloras partículas hacían sobre mis tirabuzones, pues cuando alcé la mirada para enfrentar los ojos que el espejo reflejaba, lo que vi fue a una joven con unas pronunciadas ojeras sobre su faz de enfermizo tono blanco que pretendía parecer vivaz con el simple hecho de portar un pijama de color rojizo sobre el que se dibujaban decenas de corazones en distintos tonos. Cerré los ojos, tomé la toalla con la mano izquierda y enterré en ella mi cara. Corazones... >> Al siguie

Capítulo 1: "Rememorando el pasado"

Aquella mañana tardé más de lo debido en levantarme de la cama. Puede que fuese porque no había dormido bien; porque me dolían los hombros y la espalda; porque me sentía cómoda, relajada y ajena al mundo que me rodeaba; porque mi habitación, con las persianas aún bajadas, asemejaba a la perfección la oscuridad de la noche... o puede que fuese simplemente porque acababa de leer un sms que acababa de llegar a mi móvil a pesar de que mi Caballero con Vaqueros y Cadenas lo había escrito en plena madrugada. Aun hoy no sé con exactitud el porqué y tampoco es que a estas alturas me importe demasiado... pero aquella mañana, mientras intentaba con todas mis fuerzas hacer caso omiso a las quedas lágrimas que resbalaban por mis mejillas, decidí recordar. "¿Cómo he llegado a esta situación? ¿Qué he hecho para merecerlo? ¿Qué hubiera pasado si...?" Esas suelen ser las preguntas que acuden a la mente de las personas cuando intentan recordar o encontrarle algo de sentido a algo